Silencio Neural en Punto Fijo: fascia
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8/10/2023

Concepto de la fascia y su estructura

 

fascia y su estructura - mcdevservices spa


La fascia  y su estructura

El sistema fascial del organismo forma una ininterrumpida red que, de diferentes modos, controla todos los componentes de nuestro cuerpo. No es posible mantener un cuerpo saludable sin que exista un sistema fascial saludable.

Este sistema debiera encontrarse en un equilibrio funcional para asegurarle al cuerpo el desenvolvimiento óptimo en sus tareas. La presencia de restricciones del sistema fascial y de su estructura interna crea «incomodidades» que interfieren con el desenvolvimiento funcional apropiado de todos los sistemas corporales. El sistema fascial puede encontrarse en una excesiva tensión o puede estar demasiado distendido; en ambas situaciones, la función corporal queda afectada.

 Este comportamiento se puede comparar con tres formas de acostarse en una hamaca: demasiado tensa, muy floja o perfectamente equilibrada entre dos troncos; tan sólo en la última el cuerpo se encuentra cómodo.

El Diccionario Médico Salvat define la fascia como «aponeurosis o expansión aponeurótica», y a la  aponeurosis como 

«membrana fibrosa blanca, luciente y resistente, que sirve de envoltura a los músculos o para unir éstos con las partes que se mueven». Por otra parte, define el tejido conectivo como «el tejido de sostén derivado del mesodermo, formado por fibras conjuntivas y elásticas, y células. Comprende el tejido laxo, adenoideo, óseo, elástico y cartilaginoso». 

Según estas definiciones, la fascia se puede considerar como una de las formas del tejido conectivo, el más extenso tejido del organismo.

Por lo general, se acostumbra a considerar a la fascia como envolturas musculares con función mecánica, láminas de separación entre determinados músculos o como amplios espacios de inserciones para los músculos como, por ejemplo, el músculo tensor de la fascia lata o los músculos abdominales. Sin embargo, la nueva visión de anatomía, impulsada por las inquietudes de profesionales dedicados a la investigación en diferentes corrientes de las terapias manuales, motivó a los anatomistas a buscar nuevas funciones en esa antigua ciencia. 

El estudio de los cadáveres recientes, apenas congelados, sin pasar por el tradicional proceso de conservación o conservados con los modernos métodos de preservación, ha permitido enfocar la investigación hacia la búsqueda de detalles anatómicos hasta ahora no alcanzables (Thiel, 2000; Von Hagens, 1982). 

Este giro ha permitido observar e investigar, con más precisión, no sólo los elementos anatómicos concretos, sino también espacios intermedios del cuerpo, descubriendo, de esta manera, las conexiones hasta ahora desconocidas o consideradas de poca importancia. Los nuevos procesos de conservación permiten obtener imágenes de las estructuras anatómicas que conservan su aspecto natural, ajustándolas a las realidades clínicas. Estas nuevas posibilidades de ver lo que parecía ya descubierto y estudiado hasta el fondo nos retan a realizar una exhaustiva revisión de las bases fisioanatómicas del sistema fascial y a la búsqueda de lo que siempre estaba presente pero, por lo general, oculto a nuestros ojos. Por lo tanto, trataremos de enfocar la fascia de una manera distinta a la acostumbrada, apartándonos un poco de la visión de una lámina fibrosa que «oculta» al músculo que estamos estudiando.

La fascia corporal tiene un recorrido continuo, envolviendo todas las estructuras somáticas y viscerales, y funcionalmente incluye las meninges. En cierto modo, se puede decir que la fascia es el material que no solamente envuelve todas las estructuras de nuestro cuerpo, sino que también las conecta entre sí, brindándoles soporte y determinando su forma. Además de las funciones de sostener y participar en el movimiento corporal, se le asignan otras actividades biomecánicas y bioquímicas.

El sistema fascial

Un sistema fascial sano y equilibrado, con capacidad de realizar un estiramiento libre y completo, asegura al organismo la posibilidad de realizar un movimiento de amplitud completa y sincronizado, siempre en la búsqueda de la máxima eficacia funcional con un mínimo gasto de energía; así como ya dijo hace seis siglos Leonardo Da Vinci:

«conseguir lo máximo con lo mínimo» (Cuadrado, 1998).

Función de la fascial

Ya se mencionó anteriormente que el cuerpo humano está envuelto, sostenido, conectado y comunicado por medio de un variado tejido conectivo, que se acordó denominarlo sistema fascial. Es un sistema activo, vivo, resistente y omnipresente en todo el cuerpo. Se encuentra bajo la piel (formando el embalaje protector del cuerpo), cubre músculos, tendones, órganos, nervios, vasos sanguíneos y huesos, y tiene una gran trascendencia sobre el movimiento y los procesos fundamentales del metabolismo corporal. El sistema fascial, además de las funciones de sostener y mover el cuerpo, tiene otras actividades biomecánicas y de otra índole. Sus propiedades son infinitas, entre las que cabe mencionar la expansión de los nervios y vasos linfáticos, el intercambio metabólico, por su relación con el metabolismo del agua, la función nutritiva en relación con la sangre y la linfa, etc. En cierto modo, es la «agencia de transporte» en todos los niveles del organismo y de todos sus sistemas. Por lo general, destacan las funciones mecánicas del sistema fascial, que se pueden agrupar en:

  1. Protección.
  2. Formación de los compartimientos corporales.
  3. Revestimiento.
Otras funciones del sistema fascial son:

  1. Mantenimiento del bombeo circulatorio de la sangre y de la linfa.
  2. Ayuda en los procesos bioquímicos del cuerpo a través de las actividades del líquido intersticial.
  3. Ayuda en la preservación de la temperatura corporal.
  4. Ayuda en el proceso de curación de las heridas (producción de colágeno).

Funciones básicas del sistema fascial

Protección

El sistema fascial forma una completa e ininterrumpida red protectora del cuerpo. Protege a cada uno de los componentes corporales de una forma individual, y también actúa como un sistema de protección global. Por su resistencia, permite mantener la integridad anatómica de diferentes segmentos corporales y conservar su forma más conveniente. Hay que aclarar que este proceso no significa un incremento gradual de rigidez, sino un proceso de adaptabilidad. En él, la fascia ajusta sus tensiones en respuesta a las necesidades funcionales. Por ejemplo, el «tono» fascial alrededor de los riñones es más fuerte del que rodea, por ejemplo, a los intestinos, por el hecho de que las necesidades del movimiento son diferentes.

La fascia constituye la primera barrera protectora contra las variaciones de tensión en respuesta a los impactos mecánicos internos y externos; los absorbe y, de esta forma, preserva la integridad de la estructura que envuelve y protege. Actúa como un amortiguador y como un sistema de dispersión del impacto. Esta función es muy importante en las meninges.

La elasticidad del sistema fascial disminuye gradualmente con la edad, lo que se refleja en una menor capacidad protectora. Este proceso se puede observar fácilmente en la piel. Al pinchar la piel de una persona joven, la marca desaparece rápidamente, lo que no ocurre en una persona mayor.

Una parte importante de la respuesta protectora del sistema fascial está condicionada por la concentración local de proteoglucanos y de ácido hialurónico. Las etapas de síntesis y metabolismo de ambos pueden verse afectadas por factores endógenos (hereditarios, errores genéticos) y también exógenos (malnutrición, infecciones, traumatismos, estrés). En ambos casos, se produce una densificación de las fibras de colágeno y un endurecimiento de la sustancia fundamental, lo que, con el tiempo, conduce a la formación de calcificaciones. Por esta razón, en las inserciones de los tendones sometidos a prolongadas tensiones o a repetidos y fuertes estiramientos, se observan calcificaciones (por ejemplo, en la columna vertebral, la articulación del codo o en el tendón de Aquiles). En el proceso de defensa y adaptación funcional, el tejido conectivo se transforma en un material duro y resistente que forma una calcificación. De esta manera, el cuerpo presenta mayor protección.

El sistema fascial actúa principalmente contra las tensiones excesivas y otros impulsos mecánicos que puedan agredir al cuerpo de una manera súbita. En el proceso de protección, el sistema fascial puede cambiar su densidad de acuerdo a los requerimientos mecánicos. Sin embargo, nunca llega a la rigidez, manteniendo siempre una cierta elasticidad en respuesta a las solicitudes que debe experimentar la zona controlada por la fascia de acuerdo a las necesidades funcionales. El sistema fascial puede, en este proceso, reemplazar un haz muscular, algo que ocurre, por ejemplo, en el tracto iliolumbar o en la fascia plantar.

Absorción de los impactos y amortiguación de las presiones 

El cuerpo es propenso a diversos tipos de traumatismos, y las ondas de impacto pueden afectar a las distintas estructuras. El sistema fascial es capaz de amortiguar esta onda y de absorber el impacto, atenuando su intensidad y preservando la integridad física del cuerpo. En el proceso de absorción de los impactos, el tejido

graso desempeña un papel importante. Entre las principales funciones de la fascia a nivel superficial destacan el soporte y la definición de la grasa del tronco y de las extremidades, así como el sostén de la piel con respecto a los tejidos subyacentes.

La grasa, controlada por el sistema fascial, forma una especie de almohadillas de protección con un espesor variable según la región corporal. Por esta razón, los golpes recibidos, por ejemplo, en el glúteo son menos dolorosos que los recibidos en la parte anterior de la tibia. En el abdomen, donde no existe protección ósea como la que existe en el tórax, la grasa protege a los órganos de la cavidad abdominal con el fin de permitir su desarrollo funcional normal.

El sistema muscular permite que las tensiones innecesarias sean absorbidas por la fascia, evitando así la rotura del músculo, de alguno de sus componentes o de cualquier otro órgano que protege. Esto ocurre por el estímulo directo en las terminaciones nerviosas de la fascia. Con esta observación, se revela la necesidad y la importancia de la presencia de una estructura fascial distribuida en múltiples niveles y capaz de reaccionar de una manera multidireccional al mismo tiempo.

La función amortiguadora del sistema fascial se debe principalmente a las propiedades de los proteoglucanos, que se convierten en amortiguadores de impacto, actuando como lubricantes frente a las solicitudes mecánicas intensas y repetidas.

Tienen la capacidad de transformarse en una sustancia viscoelástica (véase el glosario de biomecánica) en diferentes niveles del sistema fascial. Este proceso fue demostrado por Yahia en sus investigaciones sobre la fascia toracolumbar (Yahia, 1992).

Formación de los compartimientos corporales

Como ya se mencionó con anterioridad, prácticamente no hay parte alguna del cuerpo que no esté cubierta por el sistema fascial que, en forma de sutiles cubiertas, envuelve hasta el elemento anatómico más pequeño. Sin embargo, la fascia por una parte divide, pero por la otra unifica y conecta. Los tabiques musculares, por ejemplo, en las extremidades, permiten englobar la acción muscular de una región determinada. El sistema fascial facilita, de esta manera, la formación de los grupos funcionales, y permite a un músculo, uniendo su acción con la de diferentes compañeros, ejecutar movimientos incluso a veces opuestos. 

Un ejemplo de esta acción es el comportamiento de los músculos aductores que, según el grado de flexión del muslo, pueden actuar como flexores o extensores de la cadera (Kapandji, 1977). Estas divisiones continúan también dentro de los músculos, permitiendo la especialización de los grupos de fibras en una actividad precisa, ya sea de sostén o de ejecución de un movimiento determinado.


Las divisiones permiten también la independencia de acción entre los músculos y los órganos con respecto a las estructuras adyacentes, constituyendo planos de movimiento. De esta forma, se favorece el deslizamiento entre los músculos y los órganos, así como también entre los fascículos de cada músculo, en el proceso de adaptación a tensiones cambiantes en respuesta a las necesidades funcionales.

Estos planos facilitan también la palpación de las diferentes estructuras profundas. Los compartimientos formados por el sistema fascial constituyen una especie de cajas herméticas que permiten el mantenimiento de diversas presiones entre uno y otro, facilitando el trabajo muscular, pero también protegiendo al cuerpo de la difusión de las infecciones entre compartimientos.

Así, los compartimientos protegen también a las estructuras internas de la propagación de los focos inflamatorios. Ejemplos de esta función se pueden observar en el hígado o en el pulmón. Se puede preservar así el funcionamiento del órgano, a pesar de que una de sus partes esté afectada por un proceso inflamatorio.

Determinación de la forma de los músculos y mantenimiento de la masa muscular en una posición funcional óptima

Esta propiedad permite incrementar la eficacia mecánica de los movimientos. Dependiendo de la distribución de las fibras, el sistema fascial puede restringir la amplitud del movimiento en cualquier nivel o incrementar la fuerza muscular. El sistema fascial anclado en el sistema óseo está constituido por una serie de tubos y láminas que se dirigen en diferentes direcciones, según los requerimientos de cada región. Las láminas fasciales se colocan en diferentes niveles; en la mayor parte de los casos, la orientación de las fibras de cada uno de los niveles se dirige en otra dirección. De esta forma protegen un segmento determinado, facilitando un movimiento en particular, logrando su solidez, eficacia, fuerza y resistencia.

Suspensión

Fascia de la pierna. Se obseva la distribución del sistema fascial orientado en distintas direcciones, según las necesidades funcionales de cada Segmento - mcdevservices spa
Fascia de la pierna. Se observa la distribución del sistema fascial orientado en distintas direcciones, según las necesidades funcionales de cada Segmento - mcdevservices spa

Cada componente del cuerpo humano tiene una ubicación precisa. Cualquiera que sea su función, la ubicación está determinada por el sistema fascial y debe analizarse dentro de las funciones específicas de cada componente en cuestión. El sistema fascial mantiene la cohesión interna y externa de cada estructura corporal, permitiéndole su fijación, pero por otro lado, le permite cierto grado de movilidad. Esta movilidad es indispensable en el proceso de adaptación a diferentes obstáculos.

La importancia de la suspensión varía de una región corporal a otra. La amplitud del estiramiento del sistema fascial depende de su ubicación. Es mayor, por ejemplo, en la piel, y mucho más pequeña en el tendón. Esto depende de la proporción y de la densidad de las fibras de colágeno, así como también del tipo de colágeno «utilizado» en la construcción del sistema fascial en esa parte del cuerpo.

El espesor y la densidad del colágeno pueden cambiar, no sólo según la zona, sino también según la edad de la persona, siendo más denso en las personas mayores; en consecuencia, la elasticidad de la fascia disminuye. Se produce un acortamiento y posteriormente se inicia el proceso de calcificación.

El proceso de suspensión se modifica según el comportamiento del sistema fascial marcado por sus requerimientos funcionales. Se produce el fenómeno de adaptabilidad dentro de los requerimientos mecánicos, que se debe a la capacidad de la fascia respecto a los cambios plásticos para facilitar, de esta forma, la fisiología del cuerpo.

Sostén

El mantenimiento de la integridad anatómica del cuerpo corre a cargo del sistema fascial, y esto hay que entenderlo dentro de la interdependencia de las diferentes estructuras corporales. La fascia constituye el motor principal de la estabilidad de las articulaciones, coordinado por la mecánica miofascial. Asegura la coherencia y el buen funcionamiento fisiológico de los órganos internos.

Soporte

El sistema fascial constituye el soporte, no sólo del sistema locomotor, sino también de los sistemas nervioso, vascular y linfático. Estas estructuras están constituidas en parte por fascias, a fin de mantener su forma anatómica. A través del sistema fascial se produce la interdependencia entre los sistemas nervioso, vascular y miofascial. Esta relación intrínseca parte desde el desarrollo embrionario del cuerpo, formando el soporte y la guía de los sistemas vascular y nervioso.

Cohesión de las estructuras del cuerpo: soporte del equilibrio postural

Al considerar la importancia del sistema fascial en el control del movimiento corporal en todos sus niveles, hay que subrayar su importancia en el manejo y el mantenimiento de una postura eficaz. Se considera que el desequilibrio del sistema fascial influye considerablemente en la formación de compensaciones posturales, compensaciones que, con el tiempo, crean hábitos inadecuados llevando a la aparición de diferentes patologías (véase el capítulo sobre la postura).

Nutrición del tejido

El sistema fascial superficial participa también en el proceso de sudación, ayudando en la conservación de la temperatura corporal, y en él nace una gran parte de los capilares que cumplen con la función nutricional.

Ayuda en la curación de las heridas (producción de colágeno)

El proceso se realiza mediante el tejido de granulación, que induce la cicatrización.

Coordinación hemodinámica

Los sistemas vascular y linfático no pueden disociarse del sistema fascial. Formando con ellos una armonía casi perfecta, el sistema fascial soporta los sistemas circulatorios del cuerpo. Concretamente, el sistema venoso y el sistema linfático tienen una estructura muy fláccida y fácil de colapsar. La función de las válvulas no es suficiente para el proceso de retorno, y la fascia suple este papel, trabajando como una bomba periférica que expulsa la sangre y la linfa hacia el corazón. Estos movimientos son ininterrumpidos y la acción es posible a través de la acción de las envolturas fasciales propias de los vasos, así como también a través de las estructuras fasciales de los músculos activadas a través de las contracciones musculares.

Las diversas orientaciones de las fibras del sistema fascial dan un aspecto de espiral para permitir a las estructuras que se ajusten llevando los líquidos hacia el corazón. Considerando que las restricciones del sistema fascial pueden ser el elemento perturbador que produce la estasis, debiéramos preguntarnos si no es la fascia el motor de la circulación de retorno.

Las arterias se defienden de un modo más eficaz, considerando que sus contornos forman una estructura que es relativamente rígida.

Comunicación de cambios

El tejido conectivo es un complejo unitario; cubre cada componente corporal en todos sus niveles. Es capaz de transmitir los impulsos mecánicos y comunicar los cambios relacionados con la patología, así como también con el proceso de curación. Se puede concluir que un funcionamiento correcto del sistema fascial significa una garantía del buen estado funcional del cuerpo y, por lo tanto, de una buena salud.






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